Biografia de Ermanno Barovero

Biografía de Ermanno Barovero

Ermanno Barovero

Ermanno Barovero nació en Turín en 1956. Después de graduarse de la escuela secundaria en 1974, completó sus estudios en 1978 en la Academia Albertina de Bellas Artes de Turín, donde ahora es profesor de técnicas de grabado.

Inició su actividad expositiva en 1975. En 1978 ganó el premio “Giacomo Grosso y Felice Casorati” de la Cassa di Risparmio de Turín y el Virgilio d’Argento del premio “Lubiam” de Sabbianeta. Fue premiado, en 1984, en el Concurso de Artes Plásticas Figurativas de la Galería Cívica de Monza.

En 1994 fue invitado a la Trienal Internacional de Gráfica en Cracovia. En 1996 la Galería Cívica de Arte Moderno y Contemporáneo de Turín, Fondazione De Fornaris, adquirió su bajorrelieve en láminas pintadas, titulado “Peces, que viven el mar de las heridas”, de 1986. Al mismo tiempo también está presente con obras gráficos.

En 1997 expuso en la Troisième Biennale d’Art Contemporain de Lyon, en el “Back off”.

Escribe Nico Orengo: “Rosas engañosas, de un rojo violento. De naturaleza sideral y madrastra como el amanecer de un big-bang, donde la luz del íncipit jamás podrá purificarse del cansancio de nacer, de la urgencia alejarse de la herida primordial de la existencia. Flores, las de Ermanno, preñadas de un dolor permanente e inalienable. Flores desafiantes, con una llama tan intensa como un relámpago, pero aún suspendidas al borde de una noche intensa, demasiado intensa y empapada. en olor quemado de coartada llévanos, incluso de engaño”.

En 2003 presentó el personal “La quinta temporada” en la galería Prati de Palermo, presentado por Francesco Casorati.

?Ermanno Barovero. Las flores como signos ancestrales, sueños originales?

Escrito por Ivan Fassio – 29 julio 2012

Dos rosas sobre fondo negro, un intento ecléctico de síntesis posmoderna, representa una prueba relevante entre las propuestas de Studio Fornaresio en Turín.

La oscuridad del fondo recuerda, más que una noche, una tinta. Materia indistinta y primordial de la escritura, el negro se impone como fuente de representación. Violentas rosas rojas estallan a una mínima distancia del color que las precede. Si tuviéramos que describirlos para aquellos que no pueden verlos, podríamos referirnos a ellos como alucinaciones, apariciones repentinas, epifanías. Si, en cambio, estamos presentes frente al cuadro, percibimos su similitud con las imágenes que aparecen en nosotros cada vez que cerramos los ojos. Simulacro de medio sueño, esbozar el último momento que precede al sueño. La percepción extrema, que estalla antes del descenso al espacio onírico indistinto, se fija en la fracción de tiempo que roza la ausencia de sensibilidad.

Ermanno Barovero pinta corolas de carne, plantas seductoras, misterios vegetales sobre láminas esmaltadas, hierros, mesas y lienzos. Su práctica artística tienta el eclecticismo de estilos. Una especie de enfoque posmoderno filtra arquetipos de la historia del arte y los amalgama en una síntesis decorativa. Las metáforas barrocas y el movimiento futurista se entrelazan en un discurso que parece partir de una base abstracta para volver al reconocimiento de la figura: un desarrollo atrasado de la revolución vanguardista del siglo XX. A lo largo de los siglos, el artista ha concentrado la carga de modelos recurrentes en la trama de sus obras. Como en una relación ancestral con la pintura, la imagen brota de la fuerza del trazo y de la costumbre con el uso del signo elemental. Paredes evanescentes imaginarias de un mundo antiguo, soportes metálicos y lienzos se nos abren apenas cae la noche. Acogerán nuestra reproducción de lo visible, el grabado de nuestra experiencia, la copia de la copia de nuestro primer sueño.